viernes, 21 de febrero de 2014

Ruanda. Masacre de tutsis y hutus.



Tutsi es un pueblo que conformaba la elite gobernante en los reinos africanos tradicionales situados en el sur de la zona occidental interlacustre de África centro-oriental, en los actuales Ruanda y Burundi y en una pequeña parte de la vecina Tanzania.

Al parecer, conformaban una minoría que no sobrepasaba el 16% de las sociedades que dominaban; es decir, de 7 millones de personas que poblaban Ruanda en 1994, los tutsis no llegaban al millón.

Hutu es un pueblo de agricultores que forman el núcleo de población de los reinos tradicionalmente situados entre el lago Victoria Nyanza y la serie de lagos que hay al oeste del Rift Valley de África centro-oriental, en los actuales Ruanda y Burundi.



Su idioma es una variante occidental de las lenguas bantúes de esa zona interlacustre. Generalmente, se admite que al igual que los twa, cazadores y recolectores de las zonas selváticas, los hutus ocuparon originalmente esta zona. Algo más al sur, en Tanzania, los agricultores del reino de Buha reconocen su parentesco con los hutus, aunque no se les conozca por el mismo nombre. No existe información fidedigna acerca del número actual de su población, pero probablemente ascendía a unos cuatro millones antes de que Ruanda y Burundi alcanzaran la independencia a comienzos de la década de 1960.

Oficialmente, el genocidio de los tutsis en Ruanda, tuvo lugar en 1994, mas anteriormente hubo varias matanzas (progroms), hasta llegar a la de 1994 que se saldó con un millón de tutsis asesinados. El diario belga «Le Soir», escribía al respecto « ...se trataba de arrastrar al mayor número posible de personas [de hutus] en esa locura criminal, con el doble propósito de comprometer al máximo de gente, y de ser lo más eficaces posible. El resultado es elocuente: un millón de muertos y miles de asesinos».


Las causas de esa matanza, cómo no, tiene que ver con la posesión de las riquezas naturales del país. Los tutsis, en su mayoría ganaderos, habían sido favorecidos por los colonialistas alemanes, y cuando estos fueron derrotados en la I GM, fueron sustituidos por los belgas, que siguieron con la misma política, en detrimento de los hutus. Así, mientras los tutsis recibían una cierta educación y sus jefes eran alzados a puestos políticos con sus migajas económicas, los hutus –agricultores- eran relegados, se les negaba el acceso a las escuelas, enseñanza, etc.,. Siendo mayoritarios en el país, eran sometidos por la minoría tutsi que los trataba como a siervos.

Los misioneros los católicos, se dedicaron a adoctrinar a los hutus y a inculcarles el sentimiento de ocupar su lugar mayoritario en el país. Ambas etnias estaban repartidas en dos países Ruanda y Burundi, curiosamente los dos únicos países cuyas fronteras existían antes de la llegada de los colonizadores. Y no fueron modificadas. En 1962, al acceder a la «independencia» Burundi, los jefes y cabecillas hutus, fueron casi exterminados por los tutsis. Al mismo tiempo, en Ruanda, fueron los hutus los que masacraron a miles de tutsis, exilándose otros cuantos miles a Uganda y Ruanda.


La horrible masacre de 1994 en Ruanda en la que perecieron un millón de tutsis fue impulsada, y luego permitida por las potencias extranjeras presentes en la zona, que en vez de intervenir y parar la matanza, retiraron sus tropas bajo el pretexto de no ingerencia... La ONU, se limitó a redactar alguna resolución que, naturalmente, no fue aplicada.


La tribu oculta de Ruanda (TWA)

'Nos reuníamos y bailábamos.
Pero ahora todo ha cambiado.
Es muy difícil reunirse y bailar,
porque la mayoría han muerto.'


Hombre Twa, 1995 La información sobre el baño de sangre de 1994 en Ruanda y el posterior éxodo de refugiados ha llamado la atención sobre las diferencias entre los tutsi y la mayoría hutu. Lógicamente se ha hablado sobre todo del genocidio llevado a cabo por extremistas hutu contra los tutsi y hutu moderados. Pero nada se ha dicho de los twa (o batwa) la tercera 'tribu', o mejor casta, de la sociedad ruandesa. (Hay tambien twa en Burundi, Uganda y Zaire).


Los twa forman parte de los pueblos 'pigmeos' de África central pero la mayoría, aunque de pequeña estatura, no son tan bajos como para distinguirlos fácilmente de otros ruandeses. Según el censo de 1991 había 29.000 twa en Ruanda, pero probablemente la cifra es inferior a la real. Se calcula que quedan ahora 11.000 en el país. Los twa estaban ya marginados de la sociedad ruandesa antes de que estallase la violencia en 1994.

Están divididos en 2 grupos: El primero, mayoritario, ha vivido por generaciones como la casta más baja de la sociedad ruandesa, dominado por la aristocracia tutsi y los campesinos hutu. Pocas veces tenían tierra para cultivar. Su principal fuente de subsistencia era la alfarería, pero la introducción de recipientes plásticos y metálicos arruinó este mercado. También trabajaban como jornaleros en granjas hutu. Los twa son famosos como músicos y bailarines y solían ser mayoría en la compañía nacional de danza. El segundo grupo, llamados impunyu, ha vivido hasta hace muy poco en el bosque como cazadores recolectores.


Algunos vivían en el bosque de Gishwati hasta que fue talado casi totalmente para establecer plantaciones de té y pastos, un proyecto de desarrollo financiado por el Banco Mundial a principios de los 80. No se hizo un plan de reasentamiento para los twa, a los que se abandonó a mendigar en la carretera. Posteriores proyectos que intentaban conseguirles tierras para cultivar han tenido sólo un éxito moderado. Los twa eran despreciados por los hutu y los tutsi. La discriminación adoptó distintas formas: tenían prohibido el acceso a las fuentes públicas y una taza en la que un twa había bebido se rompía para que nadie volviera a usarla. Hay muchas denuncias de batwa heridos o asesinados porque habían conseguido comprar algo de tierra o acumular bienes.

En 1991-92, un grupo de twa que habían recibido educación crearon 2 organizaciones para intentar mejorar su situación económica y social. Pero sus proyectos se destruyeron con la violencia del 94. Durante el genocidio, la comunidad twa ha sufrido horriblemente. A menudo se les ha perseguido como supuestos simpatizantes del Frente Patriótico Ruandés, o de los tutsi en general. Por desgracia algunos twa están acusados de tomar parte en las masacres. Como eran un grupo particularmente vulnerable, pudieron ser obligados a matar o cometer atrocidades por miedo a ser asesinados. Unos 10.000 twa se unieron a los refugiados huídos a Zaire y Tanzania. En los campos de refugiados tienen menos acceso a las escasas provisiones que otros ruandeses.


En la desesperación y resentimiento despues del genocidio, muchos twa, como los demás, han sido encarcelados o asesinados sin evidencias de culpabilidad. Han sido los hombres twa las principales víctimas, quedando mujeres y niños para defenderse por sí mismos. En 1995 se calculó que un 30% de los twa habían sido asesinados bien en las primeras matanzas o en las venganzas posteriores, o habían muerto de hambre o enfermedad, sobre todo niños.

En comparación, se estima que el 14% de la población ruandesa en conjunto (mayoritariamente tutsi) fueron masacrados. Probablemente un 30% más de twa (8-9.000) están aún fuera del país, lo que supone que sólo el 40% de la población anterior a la guerra sigue en Ruanda. A medida que crece de nuevo la violencia en Ruanda, los twa siguen estando entre las víctimas.

Sin embargo, un motivo para el optimismo es que han restablecido sus organizaciones bajo el grupo colectivo 'Communauté des Autochthones Rwandais' o CAURWA. Es difícil para ellos reivindicar una identidad común, debido a que la política del actual gobierno de Ruanda no otorga reconocimiento oficial a las diferencias étnicas. Sin embargo, a pesar de este y otros obstáculos, están trabajando duro para curar las heridas de su pueblo. Survival es una organización mundial de apoyo a los pueblos indígenas. Defiende su derecho a decidir su propio futuro y les ayuda a proteger sus vidas, tierras y derechos humanos.


La primavera de 1994.
Ruanda es un país conformado por dos etnias, el 85% de su población corresponde a Hutus, y el otro 15% restante a la minoría Tutsi, etnia que compone la elite tradicional.

En abril de 1994, el avión en que viajaba el presidente del país, de origen Hutu, fue derribado.  Fue así como miembros del gobierno, incluido el Primer Ministro, organizaron la matanza sistemática de los tutsis por todo el país.

En las carreteras se establecieron puntos de control, en los que se mataba a todos quienes tuvieran una identificación Tutsi.   Una vez corroborada la información, eran asesinados a disparos o simplemente a machetazos.  Además de las milicias, habrían sido los propios pobladores los que llevaron a cabo cada una de las muertes, asesinando inclusive a los hutus que se negaron a tomar parte en el genocidio.  Miembros de la iglesia también formaron parte de esta masacre, entregando a los tutsis refugiados a manos de sus verdugos.

 Dos monjas que entregaron a sus refugiados.
El genocidio sería el resultado de una venganza.
Si bien es cierto que los extremistas hutus mataron a más de 800.000  tutsis la primavera de 1994, fuentes oficiales indicarían que antes del genocidio, 200 mil campesinos hutus fueron asesinados a manos de los Tutsis.  Dichos campesinos habrían sido masacrados y a muchos de ellos les sacaban sus intestinos y los ataban con ellos para generar pánico en la población.  De esta masacre nunca se habló.

Se especula que el interés por controlar la región por parte de EEUU y el Reino Unido, fue lo que los hizo convertir en víctimas a la minoría tutsi.  De este modo pudieron convertir a los tutsis, una casta militar, en su aliado más poderoso, entregándoles formación y armamento militar y  financiándolos a través del Banco Mundial y el FMI.  A los hutus en tanto, les quitaron sus armas, volviendo la contienda desigual.

Según afirmó el ex secretario de la ONU Boutros Boutros Ghali, el genocidio ruandés habría sido obra de EEUU y el Reino Unido.   Boutros Boutros Ghali comprobó como estas potencias boicotearon sistemáticamente cualquier intervención de la comunidad internacional para detener el genocidio.

Paradójicamente, Estados Unidos ofreció recompensas de hasta US$5 millones para por la captura de los instigadores del genocidio, que se habrían escondido en varios países africanos.

Hasta hoy se sabe de grupos de soldados Hutus que deambulan ocultos por las selvas de la triple frontera entre el Congo, Ruanda y Uganda.  Y es bajo este pretexto que se han llevado a cabo matanzas de cientos de miles de hutus, ruandeses y de millones de congoleños.

La matanza de Tingi Tingi, en el interior del antiguo Zaire, es una de ellas.  Cerca de  300 mil refugiados hutus fueron bombardeados, con la excusa de que entre ellos se escondían supuestos genocidas.

La ONU estaría ocultado los informes que demuestran que los antiguos presidentes de Ruanda y Burundi, fueron asesinados por el actual presidente Paul Kagame, hombre fuerte de EEUU.  El informe Hourigan rebeló que el supuesto libertador fue quien había desencadenado el genocidio.

Los Recursos Minerales.
El interés por los recursos minerales habría sido la clave del conflicto. El 80% del coltan, utilizado en la fabricación de teléfonos móviles, GPS, consolas de video juego y televisiones de plasma, entre otros, yace en esa región.  También hay importantes yacimientos de tungsteno, casiterita, cobre, cobalto utilizados en la indrustia armamentista, así como los infaltables uranio, diamantes y oro. Por otra parte, en su selva tropical, la más importante del mundo luego de la Amazonía,  está el agua del Congo y de las fuentes del Nilo, el actual recurso más codiciado.


Juicios en Ruanda.
  Theoneste Bagosora, condenado a cadena perpetua por el  genocidio de 1994 en Ruanda
Los militares con menor rango de jerarquía están siendo juzgados en Ruanda.  Sin embargo, por el modo en que el genocidio sucedió, resulta difícil determinar las participaciones. Se arrestó a 120.000 personas, dejando las cárceles ruandesas a punto de reventar. 

El gobierno ruandés determinó que podría llevar hasta 100 años juzgar a todos estos arrestados, por lo que a principios de 2004 dejó en libertad a cerca de 20.000.

Estas personas liberadas estaban acusadas de crímenes menores, se habían declarado culpables y ya habían estado esperando a ser juzgados durante más tiempo de lo que les correspondería, en caso de que hubieran sido condenados.  Pero aún así los grupos de supervivientes del genocidio estaban furiosos.

Unos 5.000 han vuelto a ser arrestados, tras ser acusados de crímenes más graves.

Se han llevado a cabo juicios masivos. En el mayor celebrado hasta ahora, 105 personas fueron condenadas y 37 absueltas.  El gobierno ruandés también introdujo juicios tradicionales, llamados “Gacaca”, en los que los ancianos de los pueblos se reúnen para resolver disputas.  Los sospechosos van a los pueblos donde supuestamente cometieron los crímenes y son increpados directamente por los acusadores.


Estos juicios no están supervisados por jueces preparados legalmente, pero la población local los respeta por su integridad.

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