Tutsi es un pueblo que conformaba
la elite gobernante en los reinos africanos tradicionales situados en el sur de
la zona occidental interlacustre de África centro-oriental, en los actuales
Ruanda y Burundi y en una pequeña parte de la vecina Tanzania.
Al parecer, conformaban una
minoría que no sobrepasaba el 16% de las sociedades que dominaban; es decir, de
7 millones de personas que poblaban Ruanda en 1994, los tutsis no llegaban al
millón.
Hutu es un pueblo de agricultores
que forman el núcleo de población de los reinos tradicionalmente situados entre
el lago Victoria Nyanza y la serie de lagos que hay al oeste del Rift Valley de
África centro-oriental, en los actuales Ruanda y Burundi.
Su idioma es una variante
occidental de las lenguas bantúes de esa zona interlacustre. Generalmente, se
admite que al igual que los twa, cazadores y recolectores de las zonas
selváticas, los hutus ocuparon originalmente esta zona. Algo más al sur, en
Tanzania, los agricultores del reino de Buha reconocen su parentesco con los
hutus, aunque no se les conozca por el mismo nombre. No existe información
fidedigna acerca del número actual de su población, pero probablemente ascendía
a unos cuatro millones antes de que Ruanda y Burundi alcanzaran la
independencia a comienzos de la década de 1960.
Oficialmente, el genocidio de los
tutsis en Ruanda, tuvo lugar en 1994, mas anteriormente hubo varias matanzas
(progroms), hasta llegar a la de 1994 que se saldó con un millón de tutsis
asesinados. El diario belga «Le Soir», escribía al respecto « ...se trataba de
arrastrar al mayor número posible de personas [de hutus] en esa locura
criminal, con el doble propósito de comprometer al máximo de gente, y de ser lo
más eficaces posible. El resultado es elocuente: un millón de muertos y miles
de asesinos».
Las causas de esa matanza, cómo
no, tiene que ver con la posesión de las riquezas naturales del país. Los
tutsis, en su mayoría ganaderos, habían sido favorecidos por los colonialistas
alemanes, y cuando estos fueron derrotados en la I GM, fueron sustituidos por
los belgas, que siguieron con la misma política, en detrimento de los hutus.
Así, mientras los tutsis recibían una cierta educación y sus jefes eran alzados
a puestos políticos con sus migajas económicas, los hutus –agricultores- eran
relegados, se les negaba el acceso a las escuelas, enseñanza, etc.,. Siendo
mayoritarios en el país, eran sometidos por la minoría tutsi que los trataba
como a siervos.
Los misioneros los católicos, se
dedicaron a adoctrinar a los hutus y a inculcarles el sentimiento de ocupar su
lugar mayoritario en el país. Ambas etnias estaban repartidas en dos países
Ruanda y Burundi, curiosamente los dos únicos países cuyas fronteras existían
antes de la llegada de los colonizadores. Y no fueron modificadas. En 1962, al
acceder a la «independencia» Burundi, los jefes y cabecillas hutus, fueron casi
exterminados por los tutsis. Al mismo tiempo, en Ruanda, fueron los hutus los
que masacraron a miles de tutsis, exilándose otros cuantos miles a Uganda y
Ruanda.
La horrible masacre de 1994 en
Ruanda en la que perecieron un millón de tutsis fue impulsada, y luego
permitida por las potencias extranjeras presentes en la zona, que en vez de
intervenir y parar la matanza, retiraron sus tropas bajo el pretexto de no
ingerencia... La ONU, se limitó a redactar alguna resolución que, naturalmente,
no fue aplicada.
La tribu oculta de Ruanda (TWA)
'Nos reuníamos y bailábamos.
Pero ahora todo ha cambiado.
Es muy difícil reunirse y bailar,
porque la mayoría han muerto.'
Hombre Twa, 1995 La información
sobre el baño de sangre de 1994 en Ruanda y el posterior éxodo de refugiados ha
llamado la atención sobre las diferencias entre los tutsi y la mayoría hutu.
Lógicamente se ha hablado sobre todo del genocidio llevado a cabo por extremistas
hutu contra los tutsi y hutu moderados. Pero nada se ha dicho de los twa (o
batwa) la tercera 'tribu', o mejor casta, de la sociedad ruandesa. (Hay tambien
twa en Burundi, Uganda y Zaire).
Los twa forman parte de los
pueblos 'pigmeos' de África central pero la mayoría, aunque de pequeña
estatura, no son tan bajos como para distinguirlos fácilmente de otros
ruandeses. Según el censo de 1991 había 29.000 twa en Ruanda, pero
probablemente la cifra es inferior a la real. Se calcula que quedan ahora 11.000
en el país. Los twa estaban ya marginados de la sociedad ruandesa antes de que
estallase la violencia en 1994.
Están divididos en 2 grupos: El
primero, mayoritario, ha vivido por generaciones como la casta más baja de la
sociedad ruandesa, dominado por la aristocracia tutsi y los campesinos hutu.
Pocas veces tenían tierra para cultivar. Su principal fuente de subsistencia
era la alfarería, pero la introducción de recipientes plásticos y metálicos
arruinó este mercado. También trabajaban como jornaleros en granjas hutu. Los
twa son famosos como músicos y bailarines y solían ser mayoría en la compañía
nacional de danza. El segundo grupo, llamados impunyu, ha vivido hasta hace muy
poco en el bosque como cazadores recolectores.
Algunos vivían en el bosque de Gishwati
hasta que fue talado casi totalmente para establecer plantaciones de té y
pastos, un proyecto de desarrollo financiado por el Banco Mundial a principios
de los 80. No se hizo un plan de reasentamiento para los twa, a los que se
abandonó a mendigar en la carretera. Posteriores proyectos que intentaban
conseguirles tierras para cultivar han tenido sólo un éxito moderado. Los twa
eran despreciados por los hutu y los tutsi. La discriminación adoptó distintas
formas: tenían prohibido el acceso a las fuentes públicas y una taza en la que
un twa había bebido se rompía para que nadie volviera a usarla. Hay muchas
denuncias de batwa heridos o asesinados porque habían conseguido comprar algo
de tierra o acumular bienes.
En 1991-92, un grupo de twa que
habían recibido educación crearon 2 organizaciones para intentar mejorar su
situación económica y social. Pero sus proyectos se destruyeron con la
violencia del 94. Durante el genocidio, la comunidad twa ha sufrido
horriblemente. A menudo se les ha perseguido como supuestos simpatizantes del
Frente Patriótico Ruandés, o de los tutsi en general. Por desgracia algunos twa
están acusados de tomar parte en las masacres. Como eran un grupo
particularmente vulnerable, pudieron ser obligados a matar o cometer atrocidades
por miedo a ser asesinados. Unos 10.000 twa se unieron a los refugiados huídos
a Zaire y Tanzania. En los campos de refugiados tienen menos acceso a las
escasas provisiones que otros ruandeses.
En la desesperación y
resentimiento despues del genocidio, muchos twa, como los demás, han sido
encarcelados o asesinados sin evidencias de culpabilidad. Han sido los hombres
twa las principales víctimas, quedando mujeres y niños para defenderse por sí
mismos. En 1995 se calculó que un 30% de los twa habían sido asesinados bien en
las primeras matanzas o en las venganzas posteriores, o habían muerto de hambre
o enfermedad, sobre todo niños.
En comparación, se estima que el
14% de la población ruandesa en conjunto (mayoritariamente tutsi) fueron
masacrados. Probablemente un 30% más de twa (8-9.000) están aún fuera del país,
lo que supone que sólo el 40% de la población anterior a la guerra sigue en
Ruanda. A medida que crece de nuevo la violencia en Ruanda, los twa siguen
estando entre las víctimas.
Sin embargo, un motivo para el
optimismo es que han restablecido sus organizaciones bajo el grupo colectivo
'Communauté des Autochthones Rwandais' o CAURWA. Es difícil para ellos
reivindicar una identidad común, debido a que la política del actual gobierno
de Ruanda no otorga reconocimiento oficial a las diferencias étnicas. Sin
embargo, a pesar de este y otros obstáculos, están trabajando duro para curar
las heridas de su pueblo. Survival es una organización mundial de apoyo a los
pueblos indígenas. Defiende su derecho a decidir su propio futuro y les ayuda a
proteger sus vidas, tierras y derechos humanos.
La primavera de 1994.
Ruanda es un país conformado por
dos etnias, el 85% de su población corresponde a Hutus, y el otro 15% restante
a la minoría Tutsi, etnia que compone la elite tradicional.
En abril de 1994, el avión en que
viajaba el presidente del país, de origen Hutu, fue derribado. Fue así como miembros del gobierno, incluido
el Primer Ministro, organizaron la matanza sistemática de los tutsis por todo
el país.
En las carreteras se establecieron
puntos de control, en los que se mataba a todos quienes tuvieran una
identificación Tutsi. Una vez
corroborada la información, eran asesinados a disparos o simplemente a
machetazos. Además de las milicias,
habrían sido los propios pobladores los que llevaron a cabo cada una de las
muertes, asesinando inclusive a los hutus que se negaron a tomar parte en el
genocidio. Miembros de la iglesia
también formaron parte de esta masacre, entregando a los tutsis refugiados a manos
de sus verdugos.
Dos monjas que entregaron a sus refugiados.
El genocidio sería el resultado de
una venganza.
Si bien es cierto que los
extremistas hutus mataron a más de 800.000
tutsis la primavera de 1994, fuentes oficiales indicarían que antes del
genocidio, 200 mil campesinos hutus fueron asesinados a manos de los
Tutsis. Dichos campesinos habrían sido
masacrados y a muchos de ellos les sacaban sus intestinos y los ataban con
ellos para generar pánico en la población.
De esta masacre nunca se habló.
Se especula que el interés por
controlar la región por parte de EEUU y el Reino Unido, fue lo que los hizo
convertir en víctimas a la minoría tutsi.
De este modo pudieron convertir a los tutsis, una casta militar, en su
aliado más poderoso, entregándoles formación y armamento militar y financiándolos a través del Banco Mundial y
el FMI. A los hutus en tanto, les
quitaron sus armas, volviendo la contienda desigual.
Según afirmó el ex secretario de
la ONU Boutros Boutros Ghali, el genocidio ruandés habría sido obra de EEUU y
el Reino Unido. Boutros Boutros Ghali
comprobó como estas potencias boicotearon sistemáticamente cualquier
intervención de la comunidad internacional para detener el genocidio.
Paradójicamente, Estados Unidos
ofreció recompensas de hasta US$5 millones para por la captura de los
instigadores del genocidio, que se habrían escondido en varios países
africanos.
Hasta hoy se sabe de grupos de
soldados Hutus que deambulan ocultos por las selvas de la triple frontera entre
el Congo, Ruanda y Uganda. Y es bajo
este pretexto que se han llevado a cabo matanzas de cientos de miles de hutus,
ruandeses y de millones de congoleños.
La matanza de Tingi Tingi, en el
interior del antiguo Zaire, es una de ellas.
Cerca de 300 mil refugiados hutus
fueron bombardeados, con la excusa de que entre ellos se escondían supuestos
genocidas.
La ONU estaría ocultado los
informes que demuestran que los antiguos presidentes de Ruanda y Burundi,
fueron asesinados por el actual presidente Paul Kagame, hombre fuerte de
EEUU. El informe Hourigan rebeló que el
supuesto libertador fue quien había desencadenado el genocidio.
Los Recursos Minerales.
El interés por los recursos
minerales habría sido la clave del conflicto. El 80% del coltan, utilizado en
la fabricación de teléfonos móviles, GPS, consolas de video juego y
televisiones de plasma, entre otros, yace en esa región. También hay importantes yacimientos de
tungsteno, casiterita, cobre, cobalto utilizados en la indrustia armamentista,
así como los infaltables uranio, diamantes y oro. Por otra parte, en su selva
tropical, la más importante del mundo luego de la Amazonía, está el agua del Congo y de las fuentes del
Nilo, el actual recurso más codiciado.
Juicios en Ruanda.
Theoneste Bagosora, condenado a cadena perpetua por el genocidio de 1994 en Ruanda
Los militares con menor rango de
jerarquía están siendo juzgados en Ruanda.
Sin embargo, por el modo en que el genocidio sucedió, resulta difícil
determinar las participaciones. Se arrestó a 120.000 personas, dejando las
cárceles ruandesas a punto de reventar.
El gobierno ruandés determinó que
podría llevar hasta 100 años juzgar a todos estos arrestados, por lo que a
principios de 2004 dejó en libertad a cerca de 20.000.
Estas personas liberadas estaban
acusadas de crímenes menores, se habían declarado culpables y ya habían estado
esperando a ser juzgados durante más tiempo de lo que les correspondería, en
caso de que hubieran sido condenados.
Pero aún así los grupos de supervivientes del genocidio estaban
furiosos.
Unos 5.000 han vuelto a ser
arrestados, tras ser acusados de crímenes más graves.
Se han llevado a cabo juicios
masivos. En el mayor celebrado hasta ahora, 105 personas fueron condenadas y 37
absueltas. El gobierno ruandés también
introdujo juicios tradicionales, llamados “Gacaca”, en los que los ancianos de
los pueblos se reúnen para resolver disputas.
Los sospechosos van a los pueblos donde supuestamente cometieron los
crímenes y son increpados directamente por los acusadores.
Estos juicios no están
supervisados por jueces preparados legalmente, pero la población local los
respeta por su integridad.
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