Genocidios Históricos
viernes, 21 de febrero de 2014
Genocidio y holocausto
Genocidio: Exterminio sistemático de un grupo humano por motivos de raza, religión o política.
Holocausto : proviene del griego que significa “todo quemado”. Se utilizó por primera vez junto con una matanza de judíos en la edad media. Siguió siendo utilizado junto con el genocidio hasta la Segunda Guerra Mundial, cuando la exterminación sin precedentes de Hilter hacia los judíos del Holocausto llevó a la palabra a ser utilizada como nombre propio para describir esa atrocidad específica.
Genocidio en China
El 1 de Septiembre de 1939 Alemania invadió Polonia. Mientras toda la atención mundial se concentraba en Europa con el estallido de la Segunda Guerra Mundial, la pugna entre China y Japón conocida como la Segunda Guerra Chino-Japonesa continuaba de una manera furiosa. Con el mundo distraído en el continente europeo, Japón pudo llevar a cabo una de las páginas más terribles de su Historia.
El sufrimiento chino
Desde que comenzaron las masacres con total impunidad por toda China, las zonas ocupadas por Japón y por sus títeres Manchuria y la China de Nanking colaboracionista se convirtieron en un auténtico infierno.
Lo primero que hacían siempre los japoneses era ejecutar a todos los soldados del Ejército Nacionalista Chino que se rendían. Luego mataban a civiles por diversión tiroteándolos por las calles y por último buscaban mujeres a las que violar. Todos estos métodos brutales aumentaron de sobremanera la guerrilla interior contra los japoneses, lo que provocó una psicosis en estos que los volvió más violentos. Aquella tensión inevitablemente hizo que las matanzas aisladas se convirtieran en una persecución generalizada a gran escala. Por toda China se abrieron zanjas y fosas comunes para ejecutar a los condenados, en público se ahorcaba en sogas a la gente, se mataba hasta la muerte rajando con la bayoneta, se cortaba la cabeza a los disidentes con espadas y katanas, se ametrallaban grupos de personas del bando opuesto y se enterraba con vida a los prisioneros para dar ejemplo. Miles de personas fueron convertidas en esclavos para trabajar hasta la muerte en condiciones infrahumanas, mientras que las mujeres bellas les fue obligada la prostitución forzosa. Los toques de queda se multiplicaron y la radicalización aumentó a límites extremos como el hecho de disparar a alguien que simplemente pareciese sospechoso sin ni siquiera preguntar o pinchar con la bayoneta los carros y vehículos de carga que pudiesen albergar partisanos ocultos. Aldeas y pueblos enteros fueron destruidos por las tropas japonesas en verdaderas orgías de sangre, así le ocurrió a la ciudad de Chingjiao en la cual la mayoría de su población fue exterminda, casi un total de 30.000 personas.
Los bombardeos discriminados desde aviones contra las ciudades fueron frecuentes, los aparatos no buscaban objetivos militares, sino causar el pánico entre la población civil. Chongqing fue la primera ciudad importante en ser bombardeada al ser una de las más industrializadas y capital de la China Nacionalista del Kuomintang donde se acantonaban las tropas de Chiang Kai-Shek. Como en Chongqing sucedió lo mismo en Hubei, Shanxi, Changsha, Guangxi, Suizao, Nanchang, Wuhan o la cuenca agraria e industrial de la región de Sichuan entre otros muchos lugares en los que murieron cientos de miles de seres humanos. Al igual que la China Nacionalista, la China Comunista fue igualmente bombardeada duramente en las incursiones aéreas sobre el Yenan y los escondites de la guerrilla bolchevique.
Aumentaron las violaciones de mujeres chinas sin que los burdeles de las llamadas “damas de consuelo” lograran frenar dichos actos. El violar a mujeres era considerado como un rito de iniciación para los veteranos en el Ejército Imperial como miembros de un colectivo. Muchos de los soldados se vieron obligados a ellos, pues negarse a violar a una mujer podía traerles graves consecuencias. Evidentemente no existía un Estatuto que definiera que una vez convertido en veterano un soldado debía violar una mujer, el problema fue que los individuos que cometían estos actos eran grupos aislados, aunque muy numerosos, que incidían o imponían su terror sobre la soldadesca para incitarles a tales prácticas. Sin embargo no puede culparse a todo el Ejército Imperial de violar mujeres, ni mucho menos, pues fueron un muy bajo porcentaje los que acosaron a millones de mujeres, quizá uno de cada diez japoneses. A pesar de todo Japón poseía a millones de tropas en China y lógicamente el número de violadores era muy alto y en cada zona ocupada existían grupos que se dedicaban a asaltar mujeres y asesinarlas.
La Kempei-Tai, Policía Secreta Japonesa, empleó las más abominables torturas para hacer hablar a los sospechosos, normalmente chinos, aunque los japoneses tenían predilección por los occidentales residentes en China a los cuales era más fácil extraerles información. Los interrogatorios empezaban con puñetazos, patadas y golpes de bastón, luego el dolor era aumentado con barras de hierro candantes por el fuego o en atar al preso una piedra muy pesada a una parte del cuerpo en una incómoda posición que causara sufrimiento. Una de las torturas más útiles era introducir un trapo de agua en la boca que el interrogado tragaba mientras estaba atado boca arriba en un banco, entonces cuando el estómago estaba lleno los verdugos golpeaban el vientre haciendo que el preso vomitara el agua.
Todos aquellos entrenamientos del Ejército Imperial para luchar contra el enemigo a medida que la guerra se intensificaba en China, los oficiales japoneses procuraron que fueran de lo más realistas. Para practicar una carga cuerpo a cuerpo se ataba a unos árboles a prisioneros chinos cerca de una zanja, entonces los japoneses cargaban y con la bayoneta intentaban matar al hombre atado al primer toque, posteriormente los cuerpos caían en la fosa y se echaba tierra encima. Otra práctica para practicar el tiro era atar a chinos a los postes y dispararles hasta vaciar los cargadores, mucho antes de que se acabaran las balas la mayoría de presos habían muerto.
Matanzas colectivas se produjeron por varios puntos de China, siendo pueblos enteros arrasados. Por ejemplo el 25 de Enero de 1941 los japoneses eliminaron a 1.230 chinos de Panjiayu por orden del general Yasuji Okamura.
Campos de concentración
Una de las armas más mortíferas de la Segunda Guerra Mundial fueron los campos de exterminio y muerte. La Unión Soviética y Alemania los emplearon en Europa para acabar con sus enemigos de una manera rápida y eficaz. Por supuesto Japón no se quedó atrás en esta carrera tecnológica mortal.
Los campos de concentración japoneses nacieron para el trabajo esclavo hasta morir de extenuación, además de para emplear prisioneros en terribles experimentos médicos o bacteriológicos. Normalmente eran grandes recintos rodeados de alambradas y torres de vigilancia, en cuyo interior se albergaban barracones para los reos, instalaciones militares y centros de trabajo, usualmente dedicados a canteras de mineral. Los guardias solían ser siempre japoneses, aunque también colaboracionistas manchús, coreanos o taiwaneses, a veces más crueles que los nipones.
El campo de muerte más famoso de Asia fue el de Pingfand, ubicado en Manchuria, donde operaba la Unidad 731. Otros mortalmente temibles fueron los campos de Changchun, Songo, Hailar, Guangzhou, Permai y Yen, incluso hubo uno en la capital de Nanking.
Guerra química y bacteriológica
La guerra química con gases venenosos fue un arma ampliamente usada por Japón durante la Segunda Guerra Mundial, concretamente en su guerra contra China. Poco antes de emplearse los gases, el Emperador Hiro-Hito los prohibió en un decreto firmado el 28 de Julio de 1937. Sin embargo los militares que prácticamente operaban en China a sus anchas sin interferencias del Jefe de Estado, los utilizaron como si de la Primera Guerra Mundial se tratase.
En muy altas cotas la guerra bacteriológica también fue llevada a cabo por Japón. Antes de emplearse contra la población civil, las armas bacteriológias habían tenido su campo de pruebas en prisioneros chinos que hicieron de cobayas humanas en los experimientos de la Unidad 731 en Manchuria. Era algo muy común hacer incisiones o heridas a los pacientes forzosos para ver sus posteriores efectos.
Todo un arsenal de armamento bacteriológico Japón pudo estrenar en China. Uno de los métodos favoritos de los japoneses eran los bombardeos de ratas sobre población civil, esta práctica consistía en lanzar desde aviones roedores infectados de toxinas negativas o la peste, de esta forma al llegar los animales a tierra contagiaban a la gente y provocaban una terrible mortandad por enfermedades, muriendo decenas de miles de chinos con esta arma bacteriológica, de hecho, una vez por error se bombardeó con ratas a soldados japoneses haciendo que fallecieran enfermos 1.600 de ellos. Animales como la pulga fueron tirados también para provocar el caos con sus contagios, aunque muchas veces se dejaba ropa o comida que estaban infectados de enfermedades, cosas que los más necesitados no dudaban en recoger. Los aviones continuaron bombardeando sobre la población civil y zonas del frente todo tipo de enfermedades contagiosas como el ántrax, el cólera, tuberculosis, botulismo, tuleremia, viruela, tifoidea, disentería y peste bubónica, toda una colección de bacterias mortales que acabaron con la vida de 400.000 chinos en todo el país.
Hubo varias formaciones militares dedicadas a la guerra química ilegal. La más conocida fue la Unidad 731, pero existieron otras implantadas por China y Manchuria como la Unidad 100, Unidad 200, Unidad 516, Unidad 543, Unidad 773, Unidad 1644, Unidad 1855, Unidad 2646, Unidad 8604 o la Unidad 9420.
Experimentos médicos
Los experimientos médicos con seres humanos fue algo muy común en el Ejército Imperial. El más famoso doctor fue Ishii Shiro de la Unidad 731, aunque hubo otros médicos en cuantiosos campos de concentración dedicados a la investigación científica con personas.
Para los experimentos médicos muchas veces se empleaban análgésicos y anestesia, pero en otras innumerables ocasiones no, por lo que el prisionero lanzaba terroríficos alaridos de dolor hasta la muerte. Las operaciones quirúrgicas típicas de los japoneses era empezar estripando apéndices, para luego extraer los intestinos, después se le amputaban los brazos o piernas y por último se le daban pequeñas punzadas en el corazón hasta que el paciente fallecía, en caso de que no muriera a pesar de todo el calvario, se le inyectaba una sustancia mortal que acababa con su vida instantáneamente. Estas operaciones tenían como fin la investigación del cuerpo humano y sobretodo el que los doctores recién salidos de las universidades practicaran lo más realista posible con personas de verdad y así adquirir profesionalidad en la docencia. Para los médicos y sanitarios de guerra pertenecientes al Ejército Imperial las prácticas eran diferentes, estas consistían en disparar a los prisioneros en el vientre o en zonas donde tuvieran posibilidades de sobrevivir y así el médico novato lucharía por intentar salvarlo como si lo hubieran herido en el frente, pues el paciente se movería por el dolor, siendo el realismo insuperable.
En nombre de la ciencia Japón cometió autenticas barbaridades contra personas para intentar dar un salto adelante en la medicina. Sus investigaciones más macabras que causaron la muerte a miles de reos fueron: exposiones hasta la muerte de los prisioneros con rayos X; el aguante del cuerpo humano en cámaras de presión, empleo de cámaras de gas para probar qué tipo de gases tóxicos eran los más rápidos en matar; investigar cuando moría más rápido una persona al sometérsela a temperaturas extremas en habitáculos especializados; cronometrar cuanto tardaba en asfixiarse alguien en una soga; calcular el tiempo de desintegración de un cuerpo humano vivo tras rociarlo con lanzallamas; sustituir el intestino por el esófago y viceversa como un nuevo aparato digestivo; insertar sangre de animales en venas humanas; inyectar orina de caballo en riñones; o introducir agua salada en el cuerpo como sustituto vital de la sal. Todo esto entre muchas otras cosas terribles.
La guerra bacteriológica fue un hecho en China que Japón estrenó, pero antes de eso fue necesario transmitir esas enfermedades a decenas o cientos de prisioneros para ver sus efectos. Las siguientes enfermedades fueron contraídas: tifus, viruela, cólera, tétanos, disentería, tuberculosis, neumonía, turalemia, difteria, ictericia infecciosa, fiebre tifoidea, fiebre paratifoidea A, fiebre paratifoidea B, fiebre escarlatina, fiebre ondulante, fiebre hemorrágica epidémica, encefalitis por garrapatas, gangrena gaseosa, tos ferina, erisipelas, meningitis cerebro epidémica, salmonella, congelación y enfermedades venéreas.
Genocidio Camboyano
Entre 1975 y 1979, el país, que entonces adoptó el nombre de República Democrática de Kampuchea se convirtió en un territorio en el que la población era condenada en masa a realizar trabajos forzosos, a ser torturados y asesinados en nombre del “hombre nuevo” concebido de la locura genocida del Primer ministro Saloth Sar, más conocido como Pol Pot.El régimen inició la llamada “purificación” de la sociedad camboyana del capitalismo, la cultura occidental y, la religión y cualquier influencia extranjera.
Creo un estado agrario e impulso el completo aislamiento del país. Todos los extranjeros fueron expulsados, se abolió la moneda, las escuelas y cualquier infraestructura urbana. Además se sembró el país con miles de minas terrestres, que Pol Pot consideraba sus “soldados perfectos”.
En 1978, inició una campaña para descubrir lo que el llamaba “enemigo oculto”. El resultado fue la ejecución de un número indeterminado de personas.
No se sabe con certeza el número de muertes que causó el régimen de Pol Pot, en su obra Raza, poder y genocidio en la época de los Jémeres Rojos, 1975-79, el profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad de Yale, Benedict F. Kiernan, asegura que entre abril de 1975 y enero de 1979 fueron eliminadas 1,67 millones de personas de una población total de 7,89 millones, esto es el 21% de los habitantes. En proporción se trata de la mayor matanza desata por un gobierno contra su gente.
El horror alcanzaba a cualquier sospechoso de haber mantenido relaciones con los gobiernos anteriores o extranjeros, a camboyanos, de origen vietnamita, profesionales y, en general a cualquier persona que pareciera intelectual, por ejemplo, a quienes llevaban gafas. También a los cristianos y monjes budistas fueron asesinados en masa en los “campos de la muerte”. Además, la familia era considerada una forma de resistencia que debía ser eliminada.
La represión fue muy fuerte en las ciudades. En Phon Penh, por ejemplo la población se redujo de 2 millones a 25000 en solo 3 días.
Cuando alguien recibía más de dos avisos del Gobierno, era enviado a “reeducación”, deportado a algún lugar remoto del país o directamente asesinado. Eso sí, una de las consignas de los Jemeres Rojos era que no se podían desperdiciar balas, así que los presos solían ser ejecutados a golpes.
Con el fin de juzgar los crímenes de los jemeres rojos y después de una larga historia de discusiones, por fin el Estado del Reino de Camboya y la ONU llegaron a un acuerdo en la conformación de una corte mixta integrada por Camboya y la ONU. En la actualidad Pol Pot y muchos de los altos dirigentes del régimen de los jemeres rojos están muertos, pero algunos de ellos todavía viven y pueden ser llevados a un juicio: Ta Mok, el segundo al mando después de Pol Pot, Deuch, director del Tuol Slang (en prisión), Nuon Chea, lugarteniente de Pol Pot (libre), Ien Sary, el tercero después de Pol Pot (libre) y Khieu Sam-pan, ex-jefe de estado (libre).
Ruanda. Masacre de tutsis y hutus.
Tutsi es un pueblo que conformaba
la elite gobernante en los reinos africanos tradicionales situados en el sur de
la zona occidental interlacustre de África centro-oriental, en los actuales
Ruanda y Burundi y en una pequeña parte de la vecina Tanzania.
Al parecer, conformaban una
minoría que no sobrepasaba el 16% de las sociedades que dominaban; es decir, de
7 millones de personas que poblaban Ruanda en 1994, los tutsis no llegaban al
millón.
Hutu es un pueblo de agricultores
que forman el núcleo de población de los reinos tradicionalmente situados entre
el lago Victoria Nyanza y la serie de lagos que hay al oeste del Rift Valley de
África centro-oriental, en los actuales Ruanda y Burundi.
Su idioma es una variante
occidental de las lenguas bantúes de esa zona interlacustre. Generalmente, se
admite que al igual que los twa, cazadores y recolectores de las zonas
selváticas, los hutus ocuparon originalmente esta zona. Algo más al sur, en
Tanzania, los agricultores del reino de Buha reconocen su parentesco con los
hutus, aunque no se les conozca por el mismo nombre. No existe información
fidedigna acerca del número actual de su población, pero probablemente ascendía
a unos cuatro millones antes de que Ruanda y Burundi alcanzaran la
independencia a comienzos de la década de 1960.
Oficialmente, el genocidio de los
tutsis en Ruanda, tuvo lugar en 1994, mas anteriormente hubo varias matanzas
(progroms), hasta llegar a la de 1994 que se saldó con un millón de tutsis
asesinados. El diario belga «Le Soir», escribía al respecto « ...se trataba de
arrastrar al mayor número posible de personas [de hutus] en esa locura
criminal, con el doble propósito de comprometer al máximo de gente, y de ser lo
más eficaces posible. El resultado es elocuente: un millón de muertos y miles
de asesinos».
Las causas de esa matanza, cómo
no, tiene que ver con la posesión de las riquezas naturales del país. Los
tutsis, en su mayoría ganaderos, habían sido favorecidos por los colonialistas
alemanes, y cuando estos fueron derrotados en la I GM, fueron sustituidos por
los belgas, que siguieron con la misma política, en detrimento de los hutus.
Así, mientras los tutsis recibían una cierta educación y sus jefes eran alzados
a puestos políticos con sus migajas económicas, los hutus –agricultores- eran
relegados, se les negaba el acceso a las escuelas, enseñanza, etc.,. Siendo
mayoritarios en el país, eran sometidos por la minoría tutsi que los trataba
como a siervos.
Los misioneros los católicos, se
dedicaron a adoctrinar a los hutus y a inculcarles el sentimiento de ocupar su
lugar mayoritario en el país. Ambas etnias estaban repartidas en dos países
Ruanda y Burundi, curiosamente los dos únicos países cuyas fronteras existían
antes de la llegada de los colonizadores. Y no fueron modificadas. En 1962, al
acceder a la «independencia» Burundi, los jefes y cabecillas hutus, fueron casi
exterminados por los tutsis. Al mismo tiempo, en Ruanda, fueron los hutus los
que masacraron a miles de tutsis, exilándose otros cuantos miles a Uganda y
Ruanda.
La horrible masacre de 1994 en
Ruanda en la que perecieron un millón de tutsis fue impulsada, y luego
permitida por las potencias extranjeras presentes en la zona, que en vez de
intervenir y parar la matanza, retiraron sus tropas bajo el pretexto de no
ingerencia... La ONU, se limitó a redactar alguna resolución que, naturalmente,
no fue aplicada.
La tribu oculta de Ruanda (TWA)
'Nos reuníamos y bailábamos.
Pero ahora todo ha cambiado.
Es muy difícil reunirse y bailar,
porque la mayoría han muerto.'
Hombre Twa, 1995 La información
sobre el baño de sangre de 1994 en Ruanda y el posterior éxodo de refugiados ha
llamado la atención sobre las diferencias entre los tutsi y la mayoría hutu.
Lógicamente se ha hablado sobre todo del genocidio llevado a cabo por extremistas
hutu contra los tutsi y hutu moderados. Pero nada se ha dicho de los twa (o
batwa) la tercera 'tribu', o mejor casta, de la sociedad ruandesa. (Hay tambien
twa en Burundi, Uganda y Zaire).
Los twa forman parte de los
pueblos 'pigmeos' de África central pero la mayoría, aunque de pequeña
estatura, no son tan bajos como para distinguirlos fácilmente de otros
ruandeses. Según el censo de 1991 había 29.000 twa en Ruanda, pero
probablemente la cifra es inferior a la real. Se calcula que quedan ahora 11.000
en el país. Los twa estaban ya marginados de la sociedad ruandesa antes de que
estallase la violencia en 1994.
Están divididos en 2 grupos: El
primero, mayoritario, ha vivido por generaciones como la casta más baja de la
sociedad ruandesa, dominado por la aristocracia tutsi y los campesinos hutu.
Pocas veces tenían tierra para cultivar. Su principal fuente de subsistencia
era la alfarería, pero la introducción de recipientes plásticos y metálicos
arruinó este mercado. También trabajaban como jornaleros en granjas hutu. Los
twa son famosos como músicos y bailarines y solían ser mayoría en la compañía
nacional de danza. El segundo grupo, llamados impunyu, ha vivido hasta hace muy
poco en el bosque como cazadores recolectores.
Algunos vivían en el bosque de Gishwati
hasta que fue talado casi totalmente para establecer plantaciones de té y
pastos, un proyecto de desarrollo financiado por el Banco Mundial a principios
de los 80. No se hizo un plan de reasentamiento para los twa, a los que se
abandonó a mendigar en la carretera. Posteriores proyectos que intentaban
conseguirles tierras para cultivar han tenido sólo un éxito moderado. Los twa
eran despreciados por los hutu y los tutsi. La discriminación adoptó distintas
formas: tenían prohibido el acceso a las fuentes públicas y una taza en la que
un twa había bebido se rompía para que nadie volviera a usarla. Hay muchas
denuncias de batwa heridos o asesinados porque habían conseguido comprar algo
de tierra o acumular bienes.
En 1991-92, un grupo de twa que
habían recibido educación crearon 2 organizaciones para intentar mejorar su
situación económica y social. Pero sus proyectos se destruyeron con la
violencia del 94. Durante el genocidio, la comunidad twa ha sufrido
horriblemente. A menudo se les ha perseguido como supuestos simpatizantes del
Frente Patriótico Ruandés, o de los tutsi en general. Por desgracia algunos twa
están acusados de tomar parte en las masacres. Como eran un grupo
particularmente vulnerable, pudieron ser obligados a matar o cometer atrocidades
por miedo a ser asesinados. Unos 10.000 twa se unieron a los refugiados huídos
a Zaire y Tanzania. En los campos de refugiados tienen menos acceso a las
escasas provisiones que otros ruandeses.
En la desesperación y
resentimiento despues del genocidio, muchos twa, como los demás, han sido
encarcelados o asesinados sin evidencias de culpabilidad. Han sido los hombres
twa las principales víctimas, quedando mujeres y niños para defenderse por sí
mismos. En 1995 se calculó que un 30% de los twa habían sido asesinados bien en
las primeras matanzas o en las venganzas posteriores, o habían muerto de hambre
o enfermedad, sobre todo niños.
En comparación, se estima que el
14% de la población ruandesa en conjunto (mayoritariamente tutsi) fueron
masacrados. Probablemente un 30% más de twa (8-9.000) están aún fuera del país,
lo que supone que sólo el 40% de la población anterior a la guerra sigue en
Ruanda. A medida que crece de nuevo la violencia en Ruanda, los twa siguen
estando entre las víctimas.
Sin embargo, un motivo para el
optimismo es que han restablecido sus organizaciones bajo el grupo colectivo
'Communauté des Autochthones Rwandais' o CAURWA. Es difícil para ellos
reivindicar una identidad común, debido a que la política del actual gobierno
de Ruanda no otorga reconocimiento oficial a las diferencias étnicas. Sin
embargo, a pesar de este y otros obstáculos, están trabajando duro para curar
las heridas de su pueblo. Survival es una organización mundial de apoyo a los
pueblos indígenas. Defiende su derecho a decidir su propio futuro y les ayuda a
proteger sus vidas, tierras y derechos humanos.
La primavera de 1994.
Ruanda es un país conformado por
dos etnias, el 85% de su población corresponde a Hutus, y el otro 15% restante
a la minoría Tutsi, etnia que compone la elite tradicional.
En abril de 1994, el avión en que
viajaba el presidente del país, de origen Hutu, fue derribado. Fue así como miembros del gobierno, incluido
el Primer Ministro, organizaron la matanza sistemática de los tutsis por todo
el país.
En las carreteras se establecieron
puntos de control, en los que se mataba a todos quienes tuvieran una
identificación Tutsi. Una vez
corroborada la información, eran asesinados a disparos o simplemente a
machetazos. Además de las milicias,
habrían sido los propios pobladores los que llevaron a cabo cada una de las
muertes, asesinando inclusive a los hutus que se negaron a tomar parte en el
genocidio. Miembros de la iglesia
también formaron parte de esta masacre, entregando a los tutsis refugiados a manos
de sus verdugos.
Dos monjas que entregaron a sus refugiados.
El genocidio sería el resultado de
una venganza.
Si bien es cierto que los
extremistas hutus mataron a más de 800.000
tutsis la primavera de 1994, fuentes oficiales indicarían que antes del
genocidio, 200 mil campesinos hutus fueron asesinados a manos de los
Tutsis. Dichos campesinos habrían sido
masacrados y a muchos de ellos les sacaban sus intestinos y los ataban con
ellos para generar pánico en la población.
De esta masacre nunca se habló.
Se especula que el interés por
controlar la región por parte de EEUU y el Reino Unido, fue lo que los hizo
convertir en víctimas a la minoría tutsi.
De este modo pudieron convertir a los tutsis, una casta militar, en su
aliado más poderoso, entregándoles formación y armamento militar y financiándolos a través del Banco Mundial y
el FMI. A los hutus en tanto, les
quitaron sus armas, volviendo la contienda desigual.
Según afirmó el ex secretario de
la ONU Boutros Boutros Ghali, el genocidio ruandés habría sido obra de EEUU y
el Reino Unido. Boutros Boutros Ghali
comprobó como estas potencias boicotearon sistemáticamente cualquier
intervención de la comunidad internacional para detener el genocidio.
Paradójicamente, Estados Unidos
ofreció recompensas de hasta US$5 millones para por la captura de los
instigadores del genocidio, que se habrían escondido en varios países
africanos.
Hasta hoy se sabe de grupos de
soldados Hutus que deambulan ocultos por las selvas de la triple frontera entre
el Congo, Ruanda y Uganda. Y es bajo
este pretexto que se han llevado a cabo matanzas de cientos de miles de hutus,
ruandeses y de millones de congoleños.
La matanza de Tingi Tingi, en el
interior del antiguo Zaire, es una de ellas.
Cerca de 300 mil refugiados hutus
fueron bombardeados, con la excusa de que entre ellos se escondían supuestos
genocidas.
La ONU estaría ocultado los
informes que demuestran que los antiguos presidentes de Ruanda y Burundi,
fueron asesinados por el actual presidente Paul Kagame, hombre fuerte de
EEUU. El informe Hourigan rebeló que el
supuesto libertador fue quien había desencadenado el genocidio.
Los Recursos Minerales.
El interés por los recursos
minerales habría sido la clave del conflicto. El 80% del coltan, utilizado en
la fabricación de teléfonos móviles, GPS, consolas de video juego y
televisiones de plasma, entre otros, yace en esa región. También hay importantes yacimientos de
tungsteno, casiterita, cobre, cobalto utilizados en la indrustia armamentista,
así como los infaltables uranio, diamantes y oro. Por otra parte, en su selva
tropical, la más importante del mundo luego de la Amazonía, está el agua del Congo y de las fuentes del
Nilo, el actual recurso más codiciado.
Juicios en Ruanda.
Theoneste Bagosora, condenado a cadena perpetua por el genocidio de 1994 en Ruanda
Los militares con menor rango de
jerarquía están siendo juzgados en Ruanda.
Sin embargo, por el modo en que el genocidio sucedió, resulta difícil
determinar las participaciones. Se arrestó a 120.000 personas, dejando las
cárceles ruandesas a punto de reventar.
El gobierno ruandés determinó que
podría llevar hasta 100 años juzgar a todos estos arrestados, por lo que a
principios de 2004 dejó en libertad a cerca de 20.000.
Estas personas liberadas estaban
acusadas de crímenes menores, se habían declarado culpables y ya habían estado
esperando a ser juzgados durante más tiempo de lo que les correspondería, en
caso de que hubieran sido condenados.
Pero aún así los grupos de supervivientes del genocidio estaban
furiosos.
Unos 5.000 han vuelto a ser
arrestados, tras ser acusados de crímenes más graves.
Se han llevado a cabo juicios
masivos. En el mayor celebrado hasta ahora, 105 personas fueron condenadas y 37
absueltas. El gobierno ruandés también
introdujo juicios tradicionales, llamados “Gacaca”, en los que los ancianos de
los pueblos se reúnen para resolver disputas.
Los sospechosos van a los pueblos donde supuestamente cometieron los
crímenes y son increpados directamente por los acusadores.
Estos juicios no están
supervisados por jueces preparados legalmente, pero la población local los
respeta por su integridad.
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